La tecnolog\u00eda digital se ha hecho con el domino del entretenimiento mundial. M\u00f3viles, t\u00e1blets, port\u00e1tiles, televisiones y videoconsolas pueblan el planeta campando a sus anchas y acaparan como nunca antes el ocio, que mira entristecido hacia atr\u00e1s y ve con nostalgia c\u00f3mo agonizan los \u00faltimos rescoldos del juego de a pie. Con las calles cada vez m\u00e1s vac\u00edas y las habitaciones cada d\u00eda m\u00e1s llenas, la juventud parece haberse apoltronado frente a sus pantallas asumiendo que el mundo real es algo que merece la pena perderse mientras haya algo virtual a lo que prestar atenci\u00f3n.<\/p>\n\n\n\n
Frente a esta demoledora dosis de realidad, parece que el deporte se posiciona a\u00fan como uno de esos lugares de resistencia donde, como dir\u00eda Garc\u00eda M\u00e1rquez, siempre hay lugar para la esperanza. El f\u00fatbol, el baloncesto, el p\u00e1del o el atletismo siguen sumando adeptos mayoritariamente entre s\u00ed, aunque no son la \u00fanica opci\u00f3n. El mundo del motor, por extra\u00f1o que pueda parecer, llama igualmente la atenci\u00f3n de buena parte de la juventud, que ve en este \u00e1mbito del deporte un atractivo diferente al resto.<\/p>\n\n\n\n